viernes, 11 de enero de 2008

EL REFLEJO DE LAS PALABRAS


TÍTULO ORIGINAL: Spijkerschrift (2000)
AUTOR: Kader Abdolah
TRADUCCIÓN: Diego Puls Kuipers
EDITORIAL: Salamandra.

RESEÑA:Aga Akbar había nacido cerca del monte del Azafrán, en una aldea del norte de Irán, hijo de Hayar, una mujer humilde, y de un príncipe, del que no heredó nada más que un largo apellido. Aga Akbar era sordomudo, pero también poeta y reparador de alfombras, cuando todavía las alfombras persas eran voladoras.
El reflejo de las palabras narra la historia de Aga Akbar y de su familia, una historia privada zarandeada por el devenir de Irán a lo largo del siglo XX. El despotismo del militar nacionalista Mirza Reza Pahlevi, que impuso sus ideas modernizadoras por la fuerza, la continuidad de la autocracia en la figura de su sucesor, su hijo Muhammad Reza Pahlevi, y a partir de los años ochenta el régimen teocrático de "los clérigos", liderados por Jomeini, son más que un telón de fondo. Ismail, hijo primogénito del sordomudo Aga Akbar, además de su intérprete y confidente, asumirá la tarea de descifrar las notas legadas por su padre en una escritura cuneiforme de miles de años de antigüedad, menos incomprensible que sugerente. Desde su exilio político en Holanda, Ismail reinventa la memoria de su padre y reivindica un significado para su existencia individual y para la existencia colectiva de un país, de un paisaje, que precede a los hombres que lo habitan.

AUTOR:Kader Abdolah (Irán, 1954) estudió física en Teherán. Fue miembro de la resistencia clandestina, primero contra el sha y posteriormente contra el régimen del ayatolá Jomeini. Exiliado desde 1988 en Holanda, donde reside en la actualidad, ha escrito su obra en su lengua de adopción y es colaborador del diario De Volkskrant.


OPINIÓN: Historia dramática y tierna, con una mezcla de realismo y leyenda, ensoñación y realidad.
Muy interesante y muy emocionante.
Poesía, fábulas...

Hace mucho, mucho tiempo, había un mercader de especias persa que tenía en su casa un papagayo indio. Sí, era un pájaro de la India, un país que queda muy lejos, lejísimos. El animal, que añoraba su tierra, lloraba continuamente y cantaba: “A casa, a casa, a casa." Un día en que el comerciante se aprestaba para partir a la India en viaje de negocios, le preguntó al ave si quería enviar algún recado a los papagayos de su país. "No, nada en especial _contestó_, pero dales recuerdos y diles que les echo muchísimo de menos." Al poco de llegar, el mercader vio a un papagayo en un árbol. "Mi papagayo te manda recuerdos _le dijo_, os echa muchísimo de menos." De golpe, el pájaro se cayó del árbol. Estaba muerto.
Cuando el hombre regresó del viaje, su pájaro le preguntó si tenía algún mensaje para él de parte de los papagayos de la India. "No _contestó el mercader_, aunque sí que hablé con uno, pero cuando le di recuerdos de tu parte y le dije que los echabas de menos, se cayó del árbol de golpe, muerto." "¿Muerto? preguntó el animal. Y también se desplomó muerto.
El hombre se llevó las manos a la cabeza, diciendo:"Ay, mi papagayo, mi papagayo, no debería habérselo contado." Pero ya no podía hacer nada por él. Lo sacó de la jaula para tirarlo, y de pronto el pájaro se movió y salió volando. "¿Adónde vás?, le gritó el mercader. "¡A casa, a casa, acasa!", contestó...

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